El incumplimiento de la norma podría ser penado con la clausura de la actividad y sanciones de hasta 65.022 dólares.
El gobierno italiano de la Primer Ministro Georgia Meloni aprobó una ley por la que prohíbe la fabricación de las llamadas “carnes” de origen vegetal con el objetivo de “salvaguardar la herencia agroalimentaria nacional”, basada en el consumo exclusivo de proteínas cárnicas surgidas del sistema agroalimentario, y no de los laboratorios especializados.
El próximo paso de esta ley del gobierno de centro derecha de la República de Italia, es su aprobación por el Parlamento italiano, en el que se descuenta un abrumador respaldo, como lo señalan la totalidad de las encuestas.
El gobierno de Georgia Meloni ha señalado expresamente que el objetivo de la nueva norma es impedir que la industria italiana "produzca alimentos originados en el cultivo de células o tejidos derivados de los animales vertebrados”, pero que tienen, en su entender, un carácter absolutamente artificial.
La Premier Meloni ha formulado una autentica declaración de guerra, la primera realizada por un gobierno en el mundo contemporáneo.
Es una autentica "guerra cultural” la que ha lanzado Italia, con el agregado de que todo desafío a esta norma fundamental en materia alimentaria ocasionaría la clausura de la actividad y sanciones de hasta 60.000 euros (U$S 65.022).
La Primer Ministro Meloni ha comenzado así una campaña política de envergadura en el terreno de la alimentación, absolutamente estratégico para la cultura italiana. Sostiene que lo hace "en defensa de nuestra cultura, nuestra tradición y de nuestra identidad nacional”. Esta extrema beligerancia la ha llevado a otorgar una nueva designación a la cartera agrícola denominándola Ministerio de Agricultura y Soberanía Alimentaria, esto último en obvia referencia a que las innovaciones tecnológicas en materia de carnes de base vegetal provienen ante todo de Estados Unidos, que ha sido el primer país del sistema global que le brindó un pleno reconocimiento de los organismos de control a través de una disposición de la Administración de Alimentos y Drogas de EE.UU (US Food and Drug Administration) de hace más de 10 años.
El principal obstáculo que han encontrado hasta ahora para su difusión las carnes vegetales ha provenido de sus altos costos de producción, que hace que 1kg de estos productos de base vegetal tengan un costo de U$S 60 por unidad, mientras que 1kg de carne vacuna tiene un valor de sólo 1/3 de las de las primeras.
Sin embargo, las perspectivas de las carnes vegetales son ampliamente favorables para su difusión en el plano mundial, porque hay que prever ante todo una disminución notable de los costos de producción en los próximos 10 años, según la estimación de la consultora norteamericana Mc Kinsey Global Institute.
Todo indica que el destino de las carnes vegetales, con costos que sean un 1/3 de los actuales, es el consumo de las grandes poblaciones de los países emergentes y en desarrollo, en una perspectiva de los próximos 30 años.
Para entonces, Naciones Unidas estima que la población mundial superará los 10.000 millones de habitantes, y que para alimentarla se necesita aumentar en más de 70% la producción alimentaria global.
Al contrario, lo que se prevé es que la carne vacuna se convierta en un alimento “premium”, con precios que alcancen a U$S 60 por kg y que sea objeto de un consumo sofisticado de la nueva clase media con ingresos comparables a los norteamericanos, sobre todo en Asia, con epicentro en la República Popular.
Lo de Italia es un acontecimiento mayor en materia alimentaria, e incluso cultural, e indica un cambio de tendencia en la búsqueda de la afirmación de la identidad nacional en materia de consumo de alimentos.
En el proceso de globalización de la economía mundial desatado en la década del '90, con la caída de la Unión Soviética que unificó el sistema, hay 2 tendencias en pugna que tienden a ser excluyentes. Por un lado, la revolución de la técnica lleva a la homogeneización del sistema, buscando crear una realidad indiferenciada surgida del conocimiento y de los laboratorios.
Por otro, nació una tendencia igualmente objetiva producto de la conversión del planeta en una sociedad global absolutamente unificada; y es la afirmación, incluso beligerante, de una identidad nacional y cultural que se considera por siempre irrenunciable. Y esto último es lo que ha ocurrido en Italia por impulso de la primer Ministro Georgia Meloni.
Fuente: Clarín.com