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La FAO prevé que en 2050, la demanda de productos de animales terrestres aumentará un 20 % y por ello, señala, “es imperativo trazar vías para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por los sistemas ganaderos del mundo”.

Ante ello, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura ha publicado el informe “Vías para reducir las emisiones – Una evaluación mundial de las emisiones de gases de efecto invernadero y las opciones de mitigación de los sistemas agroalimentarios ganaderos” en el que traza diferentes rutas para tratar de reducir las emisiones en este sector mediante una serie de “intervenciones tanto en la oferta como en la demanda de la producción animal”, y que “si se adoptan colectivamente, podrían abordar los impactos ambientales y promover la sostenibilidad”.

“Más allá de evaluar las emisiones de referencia, este informe ofrece estimaciones de las emisiones futuras en escenarios de aumento de la producción y esboza vías para reducir las emisiones mediante la aplicación de buenas prácticas bien establecidas en la gestión de los animales”, explica la directora general adjunta de la FAO, Maria Helena Semedo.

Este informe, prosigue, “demuestra claramente que programas ambiciosos e innovadores e intervenciones de amplio alcance tienen el potencial de doblar la curva de emisiones mientras crece la producción”.

Según la FAO, “soluciones como la mejora de la sanidad animal y las prácticas de cría, la reducción del desperdicio de alimentos y la lucha directa contra las emisiones de gases de efecto invernadero tienen el potencial de proporcionar múltiples beneficios para las personas y el planeta, pero requieren inversiones en el sector para reducir las brechas de eficiencia, al tiempo que se satisface una mayor demanda mundial de proteínas animales”.

Un informe basado en el modelo GLEAM

Este nuevo informe de la FAO, dado a conocer el pasado viernes, presenta una evaluación mundial exhaustiva de las emisiones de gases de efecto invernadero de los sistemas ganaderos utilizando el Modelo de evaluación ambiental de la ganadería mundial (GLEAM) de la FAO basado en los datos disponibles más recientes.

El GLEAM utiliza un enfoque de evaluación del ciclo de vida que abarca las emisiones asociadas a la cría de animales, incluida la fermentación entérica, así como las emisiones indirectas derivadas de las actividades previas, como el suministro de piensos y otros insumos, y parte de los procesos posteriores, incluidos el transporte, la transformación y el envasado de productos crudos después de la cría. No cubre las fases de venta al por menor y doméstica.

Por primera vez, el informe de la FAO compara de forma útil las estimaciones de la GLEAM con las emisiones independientes relacionadas con la ganadería que forman parte de los datos sobre emisiones de los sistemas agroalimentarios de FAOSTAT.

Datos destacados

Entre los datos más destacados que revela este informe se encuentra la constatación de que el ganado vacuno -incluyendo la carne y la leche- contribuye con alrededor de 3,8 gigatoneladas de dióxido de carbono (GtCO2) equivalente al año, es decir, el 62 % del total de la ganadería, mientras que el 14 % se atribuye a los cerdos, el 9 % a los pollos, el 8% a los búfalos y el 7 % a los pequeños rumiantes.

Por productos, la producción de carne representa dos tercios de las emisiones, la leche el 30% y los huevos el resto.

Las emisiones directas, incluido el metano procedente de la fermentación entérica de los rumiantes y el óxido nitroso de los sistemas de gestión del estiércol, representan el 60 % de las emisiones totales del sector, mientras que el resto procede de la fabricación de fertilizantes y pesticidas para la producción de piensos, de la propia producción de piensos, así como de la transformación y el transporte de piensos, animales vivos y productos ganaderos, y de los cambios en el uso del suelo asociados a la producción de piensos.

En conjunto, el metano representa algo más de la mitad del total, y su distribución espacial sigue de cerca la ubicación de los rebaños de rumiantes, cuyos sistemas digestivos producen metano a partir de una dieta compuesta principalmente por hierbas que los humanos no pueden digerir. En el caso de especies monogástricas como cerdos y pollos, las emisiones proceden principalmente de la producción de piensos y la gestión del estiércol.

Objetivo: frenar el aumento de la temperatura mundial

El informe pretende que el sector ganadero contribuya, en la medida que le corresponde, a los esfuerzos por limitar el aumento de la temperatura mundial, muy por debajo de los 2 grados centígrados.

Para ello, señalan desde la FAO, “es crucial facilitar el acceso de los ganaderos a los servicios e invertir en su capacidad para llevar a cabo intervenciones a medida. Además, las estrategias de mitigación deben adaptarse a las circunstancias locales e integrarse de forma holística en programas más amplios que apoyen la resiliencia y los medios de vida rurales, así como otros objetivos de sostenibilidad”.

Según apunta la FAO en su informe, “la adopción de las mejores prácticas -incluidas la agrosilvicultura y el pastoreo rotativo optimizado– en todos los pastizales del mundo podría aprovechar la capacidad de secuestro suficiente para eliminar casi un tercio de las emisiones anuales actuales de la ganadería, pero es posible que los aspectos económicos de este cambio no sean viables a corto o medio plazo”.

Del mismo modo, sugiere que “sustituir una parte de la dieta de los cerdos por residuos domésticos puede suponer una reducción drástica de las emisiones totales de nitrógeno, pero exigiría inversiones adecuadas en infraestructuras, políticas y normativas para garantizar la seguridad de los piensos y reducir los riesgos de desencadenar brotes de enfermedades animales, como ha ocurrido recientemente con la peste porcina africana en Asia”.

Asimismo, señala, “impulsar la salud animal es un enfoque sólido para aumentar la eficiencia de la producción ganadera y, al aumentar la disponibilidad de proteínas animales sin necesidad de rebaños o manadas más grandes. Un ganado sano tiene un mayor rendimiento, una vía importante para reducir la intensidad de sus emisiones”.

No todas las soluciones son adecuadas

La FAO también advierte que “algunas soluciones de mitigación probadas, como la cría avanzada y las mezclas de piensos -incluidos los nuevos aditivos para piensos-, pueden no ser adecuadas en todas partes por cuestiones de coste, seguridad y accesibilidad. Por ejemplo, es poco probable que los sistemas basados en pastizales se beneficien de estrategias diseñadas para sistemas estabulados. Además, los efectos paliativos de la reducción del consumo de alimentos de origen animal dependerán de lo que los sustituya”, concluye.

Fuene: carnica.cdecomunicacion.es

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