El especialista Aníbal Pordomingo sostiene que hay prácticas sencillas para disminuir el impacto ambiental en la cría, recría y terminación, que a la vez generan un incremento de la productividad. Utilizar bien las pasturas, acortar el período ocioso de los vientres, aumentar el porcentaje de destete, recriar a buen ritmo y mejorar la eficiencia de conversión en el feedlot, abren oportunidades de mejora.
"En la medida en que manejemos los sistemas productivos con mayor eficiencia para que el bovino convierta mejor el alimento en carne, podremos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Más productividad y cuidado del ambiente van de la mano", afirmó el Ing. Agr. Aníbal Pordomingo, Coordinador de Producción Animal del INTA, en un nuevo webinar organizado por el Foro Argentino de Genética Bovina sobre Ganadería y Cambio Climático, que abordó un aspecto clave para el negocio ganadero y estratégico para el sector, dada la creciente amenaza del lobby contra la carne vacuna con el argumento de la contaminación de los recursos.
Por ser rumiante, el bovino fermenta el alimento que consume y emite metano y otros gases, pero esto varía según la etapa del ciclo de vida y el sistema de producción. "La cría es el eslabón de mayor impacto, incluyendo todas las categorías que la integran, como la vaca, la reposición y los toros. Entonces, producir cerca de un ternero por vaca y por año nos llevaría a mejorar la eficiencia y, con ello, a bajar las emisiones", planteó, presentando los datos de varios modelos científicos internacionales.
En la Argentina, con un 60% de destete, la cría estaría generando el 82% de las emisiones totales del ganado (medidas como kg CO2 eq./kg carcasa) pero si se aumenta el destete al 85% podría bajar al 65%.
"La mayor emisión de la cría estaría dada por la cantidad de horas de pasto que cosechan y fermentan los animales para producir un kilo de peso vivo. En cambio, la recría y el engorde producen más kilos en función de la cantidad de materia seca utilizada, con lo cual emiten menos", explicó.
En la práctica
Para respaldar estos conceptos, Pordomingo comparó la cantidad de pasto que requiere producir un novillo de 450 kg en un sistema pastoril con terminación a corral, si el rodeo tiene un 60% destete y si avanza al 85%. En ambos casos consideró un ciclo de 30 meses, desde la preñez a la faena, o sea incluyendo los nueve meses de gestación.
"Si mejoro la eficiencia y logro un mayor destete puedo producir los mismos kilos de carne pero estoy fermentando menos cantidad de pasto por unidad de producto y, automáticamente, estoy reduciendo las emisiones", aseveró.
Para el especialista, aunque el animal se termine a corral, los sistemas argentinos son muy pastoriles. "La participación del forraje, tanto pasturas naturales como implantadas, es muy alta incluso en la producción de un animal liviano (380kg) y aún si se incrementa el porcentaje de destete", indicó.
"Entonces, aunque se pueden hacer ahorros en la terminación, la clave para disminuir emisiones está en cómo se utiliza ese pasto, sobre todo, en la cría y también en recría", advirtió, detallando que, en otros países donde la ganadería es más intensiva, "lograron sistemas menos emisores, aunque se generan otras externalidades o costos sociales".
Oportunidades de mejora
A nivel global, las mediciones de gases de efecto invernadero se basan en las metodologías del Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), en particular la cantidad de carbono emitida para producir cada kilo de carne, sin considerar la captura de los pastos. "Si bien esto va en desmedro de nuestros sistemas, aún así, tenemos espacios para mejorar", sostuvo Pordomingo.
En la cría, un punto clave es acortar el período ocioso de los vientres, lo que además de mejorar la eficiencia del rodeo, contribuye a reducir las emisiones por kilo producido. "Hay algunos establecimientos que entoran a los 13 a 15 meses. Y para estandarizar el nacimiento de los terneros destinan la cabeza de los vientres (según fecha de parto en la parición anterior) a un segundo servicio, ya que este grupo se preña más fácilmente", ejemplificó.
En esa línea, más allá de estacionar el servicio, acomodándolo a los ciclos forrajeros, se busca acortarlo todo lo posible, a 70 días, para ejercer una máxima presión sobre la fertilidad. "La vaca cabeza siempre tiene una expresión de fertilidad superior al resto", remarcó y mostró un gráfico de un rodeo con un servicio de 90 días que presenta el pico de la preñez a los 45 a 60 días.
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Fuente: Agrositio