Como cada 29 de abril volvemos a festejar el DÍA DEL ANIMAL en un año en que afortunadamente volvemos a recobrar la interacción personal favoreciendo la resocialización y el contacto con animales humanos y no humanos.
El Reino Animal con su multiplicidad de especies - muchas de ellas hoy en extinción - interactúan en los ecosistemas logrando un equilibrio natural auto regulado. Cuando la mano del hombre interviene, es que se altera este orden con consecuencias impensadas como las padecido a lo largo de los dos últimos años y con amenazas siempre latente de nuevas pandemias.
Mas allá de las hipótesis hoy aun en debate la pandemia Covid 19 podría ser una de esas consecuencias.
- SOMEVE | 126 Años al servicio de la profesión -
Pero hagamos un poco de historia para entender que es lo que hoy se festeja: Desde los días fundacionales de nuestro país los animales fueron recibiendo distinto grado de consideración, acorde a la especie y la función que brindaban a sus propietarios.
Escenas violentas y salvajes como las surgidas en las corridas de toros, las riñas de gallos y las peleas de perros son viñetas dables de hallar en piezas literarias y cuadros de época. El Martín Fierro de José Hernández, es una acabada pieza testimonial.
Los perros acompañaron al gaucho y eran respetados, no así cuando se convertían en cimarrones.
El trato a la hacienda, que rozaba frecuentemente con el maltrato, era motivo de observación de mentes y espíritus preclaros, quienes buscaron poner fin a esas usanzas.
El código civil de 1871 consideró a los animales como cosas.
Es en ese contexto que el Abogado Ignacio L. Albarracín, sobrino de Domingo Faustino Sarmiento trató de replicar en nuestro país el respeto a los animales, tomando como modelo a Gran Bretaña donde en el siglo XIX ya se manejaban conceptos de bienestar animal.
En Londres era usual celebrar el “Animal Sunday”, cuando los pastores predicaban inculcando sentimientos de respeto hacia el mundo animal. Como en nuestro país ya se había instituido una fiesta del árbol, él consideró que no sería difícil lograr el del animal.
En marzo de 1907 comenzaron las gestiones ante el presidente del Consejo Nacional de Educación Dr. Ponciano Vivanco, y ante el intendente de la ciudad de Buenos Aires, Don Carlos S. de Alvear para lograr fijar un día para la “Fiesta del Animal” igualando a la de árbol más arriba mencionada.
Siguiendo los caminos de la burocracia, el Intendente se la giró para su consideración al director del jardín zoológico Don Clemente Onelli.
Albarracín imaginó a ese ámbito como el adecuado para recibir a los alumnos de las escuelas, y frente a los animales transmitir valores y conceptos que hicieran que el respeto a los animales fuera una de las premisas fundamentales de la sociedad.
Onelli acordó realizar la celebración, pero en lugar de hacerlo en primavera como en Inglaterra o Estados Unidos, era mejor que se acordara un día de otoño en abril o mayo, descartando los domingos debido a la gran afluencia de visitantes a dicho paseo.
Elevadas las consideraciones al Intendente, este dispuso por decreto del 20 de abril de 1907 fijar la Fiesta del Animal cada año para un día entre el 20 y 30 de abril, disponiendo al Jardín Zoológico como lugar de celebración.
La primera reunión se fijó para el 29 de abril de 1908, pero se pospuso en ese año -debido a la lluvia – para el 2 de mayo.
La fiesta se concretó con la presencia de autoridades nacionales encabezadas por el Presidente de la Nación, los ministros de Guerra, de Instrucción Pública, y de Agricultura, y engalanada por cerca de 20.000 escolares.
El acto comenzó a las 10 de la mañana, se pronunciaron discursos, siendo el más celebrado el de Albarracín, se entonó el himno a Sarmiento y se soltaron 500 palomas mensajeras.
La muerte de Albarracín el 29 de abril de 1926, a los 76 años de edad, llevó luego a confusión de creer que el festejo es en relación al día de su muerte, cuando en realidad se lo hace en función del festejo del primer día del animal 18 años antes.