(*) Sabido es que el 6 de agosto de 1883 comenzaron las clases en el Instituto Agronómico Veterinario de Santa Catalina, ubicado en la localidad de Llavallol, provincia de Buenos Aires. Fue la primera escuela de estudios superiores de veterinaria en el país, por lo que recién en 1887 egresaron los primeros tres profesionales formados localmente.
Tan sólo había transcurrido una década desde aquella promoción cuando se fundó la Sociedad de Medicina Veterinaria. El hecho es sumamente destacable pues la cantidad de veterinarios existentes en el país estimada para 1897 era de apenas poco más de un centenar. De ellos, menos de la mitad habían egresado de la entonces Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad de La Plata, institución que había sucedido al instituto pionero de Santa Catalina.
Instituto Agronómico-Veterinario de Santa Catalina, a fines del siglo XIX
En la noche del 27 de marzo de 1897 un grupo de 19 veterinarios se reunió en el local del tatersall de los Sres. Funes y Lagos en la calle San Martín 153 de Buenos Aires. La invitación la formularon Ángel Custodio Martínez, Manuel Lecler, Ricardo Dillon, Federico Sívori, Joaquín Zabala y Enrique Pagés. Asistieron, además de los mencionados, Leonardo Agote, Santiago Bardi, Martín Belsunce, Desiderio Bernier, Alejandro Cadet, Luis Carigliano, Víctor Even, Calisto Ferreyra, Clodomiro Griffin, Juan Murtagh, Victoriano Ovalle, Arsenio Ramírez y Rafael Virasoro. La entidad naciente proclamó, entre sus múltiples fines, la defensa de los derechos profesionales y el cultivo de las relaciones personales y de gremio.
En la Asamblea del 3 de abril se aprobó el estatuto y se consagró presidente a Ángel C. Martínez, uno de los tres primeros veterinarios formados en el país. La primera sesión se formalizó el 9 de abril, y en ella se encontraban presentes los doctores Ángel C. Martínez, Federico Sivori, Manuel Lecler, Ricardo Dillón, José M. Agote y Enrique Pagés. Figuró como ausente Joaquín Zabala.
Originalmente no tuvo sede propia por lo que funcionó en diversos domicilios y hasta llegó a compartir con los agrónomos durante algún tiempo el usufructo de un local ubicado en la calle Perú 69 de Buenos Aires. A fines de 1903 se trasladó a Rivadavia 1110; en 1907 a Maipú 17; en 1914 alquiló una propiedad en Alsina 890; en 1913 pasó a Florida 248; en 1917 ocupó una casa en Tucumán 694 y en 1923 se mudó al tercer piso de Lavalle 1258 que fue el último local alquilado. En 1926, bajo la presidencia de Jorge Ortiz de Rozas, se pudo adquirir la propiedad de la calle Chile 1856 donde hasta hoy funciona la Sociedad y cuyas instalaciones fueron totalmente remozadas primero en 1966 y luego en 2007.
En marzo de 1909 vio la luz el primer boletín de la Sociedad con el nombre de "Publicaciones de la Sociedad de Medicina Veterinaria"; en agosto de ese año salió el segundo número pero con el título de "Anales de la Sociedad de Medicina Veterinaria". Todavía hubo un tercer número en marzo de 1910, pero recién a partir de agosto de 1915 comenzó a editarse la Revista de la Sociedad de Medicina Veterinaria, que aún hoy se sigue publicando. Fue su primer director el Dr. Alberto Luzio. A partir del número 4 de 1952 comenzó a figurar en sus tapas el cóndor que es considerado como la insignia representativa de la Sociedad. Continuo luego bajo la dirección Dr. Jorge Ostrowski, siendo la actual responsable la Dra. Marcela Rebuelto.
A lo largo de sus 124 años de existencia han ocupado la presidencia renombrados veterinarios de nuestro medio cuyos apellidos prestigiaron la profesión. Recordemos por ejemplo al padre de los veterinarios argentinos Joaquín Zabala, a Juan Nicanor Murtagh, Enrique Durrieu, Oscar M. Newton, Antonio Pires, Constantino Brandariz, Roberto Cacchione y Martina Segura de Aramburu quien fue la primera mujer en ocupar dicho sitial, y siendo la actual presidente otra mujer la MV Mabel Ines Basualdo. Cabe mencionar que en el intermedio se sucedieron distintas presidencias qlas que fueron dejando distintas improntas.
La actividad de la Sociedad de Medicina Veterinaria ha sido incansable desde su fundación, siendo durante sus primeras décadas de existencia la única organización profesional en el país. De allí que durante muchos años debió bregar solitariamente por el reconocimiento profesional, solicitando la sanción de leyes que reglamentaran el ejercicio de la veterinaria, la creación de servicios de tal índole en Zoológicos, la implantación de inspecciones veterinarias en las municipalidades, y la presencia de diplomados de la carrera al frente de puestos que muchas veces eran ejercidos por idóneos o personas con títulos ajenos a las ciencias veterinarias.
Le cabe el orgullo de haber solicitado ya desde 1908 la separación de las escuelas de agronomía y veterinaria en las entonces dos facultades que impartían educación de esta índole. Recordemos que este notable logro recién se obtuvo en 1920 para La Plata y en 1973 para Buenos Aires. También inició las gestiones para que los veterinarios pudieran dictar cátedras en institutos de enseñanza secundaria (1909). Constantemente ha velado por el nivel de excelencia de la enseñanza de las ciencias veterinarias argentinas y en este sentido es de tener presente su empeño en que sólo se aceptaran como estudiantes aquellos que tenían título de bachiller (1908) o las gestiones para incluir el estudio de la industria lechera en la carrera (1937).
La Sociedad ha colaborado - cuando no albergado - con numerosas entidades científicas relacionadas directa o indirectamente con la profesión. Sólo para ilustrar este aspecto digamos que actualmente funcionan en su sede, como capítulos de la misma, ramas profesionales dedicadas a: la Parasitología Veterinaria, los Animales de Compañía, los Animales de Laboratorio, la Historia de la Veterinaria Argentina, la Cardiología y una agrupación de Mujeres Veterinarias para el Desarrollo, y una serie de Asociaciones y comisiones que se han ido ampliando con la diversificación de las incumbencias profesionales y la creación de nuevas especialidades.