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Publicado: Sábado, 23 Octubre 2021 14:55
En Corrientes, la modalidad holística propicia la captura de carbono y nitrógeno en el suelo, y la reducción de las emisiones de metano de los animales.
Frente al desafío del calentamiento global y, en ese marco, las críticas a la ganadería bovina por las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), estudios a campo realizados en Corrientes evidencian que el manejo del pastoreo puede aportar a la mitigación del cambio climático.
El pastoreo manejado adecuadamente, con rotación de potreros, acotados en un menor tamaño, con mayor cantidad de animales por superficie, facilita la captura de carbono y nitrógeno en el suelo, redistribuye y aumenta el fósforo disponible, a la par de favorecer la producción de pastos nutritivos que ingresados en el rumen producen menos metano.
“Hasta ahora son todas buenas noticias”, destaca el doctor en Ciencias Agrarias DItmar Kurtz, especialista que en la Estancia Rincón, departamento Concepción de la provincia litoraleña, está aplicando ese tipo de manejo que denomina holístico, como superación del pastoreo continuo. Busca aprovechar de forma eficiente el pasto producido naturalmente.
Sucede que en el Nordeste de la Argentina (NEA) los pastizales naturales cubren alrededor del 40% del área total y están compuestos por especies estivales, principalmente gramíneas C4, que crecen activamente desde la primavera hasta el otoño.
Así, queda poca disponibilidad de forraje en el invierno y el manejo tradicional del ganado básicamente contempla el pastoreo continuo, que determina sobrepastoreo en algunas situaciones y subpastoreo en otras. Todo debido a que es una región “bendecida” por una productividad alta de pasto en verano, pero baja en invierno. No se enfarda porque la calidad se degrada muy rápido. Si el pasto no se consume, se acumula seco muerto en pie, y se transforma en un riesgo de incendio, sobre todo en épocas de escasas precipitaciones.
Los estudios del equipo coordinado por Kurtz reflejan que “el pastoreo rotativo gestionado adecuadamente, aporta al incremento de la estabilidad estructural del suelo y el carbono orgánico del mismo, por lo que las tasas de secuestro de carbono (C) son de hasta 4,2 t de C ha− 1 año– 1.
En estos ensayos correntinos, la captura de carbono se incrementó a razón de 2,1 toneladas por hectárea por año, con los evidentes efectos ambientales positivos que implica para mitigar los efectos del cambio climático.
Los cambios en el stock de carbono en el suelo están estrechamente asociados con la variación en la producción de raíces, y a la incorporación por pisoteo del material muerto seco en pie, no consumido.
“En el sistema holístico, lo que no se come, queda incorporado en el suelo por el pisoteo. Y los perfiles edáficos mejoran notablemente: no se modificó la densidad aparente del suelo, o sea que no se aplasta por la mayor cantidad de animales y la presión de las pezuñas”, explicó el especialista ante Clarín Rural.
Y agregó: “Con este sistema, en estos suelos jóvenes (no más de 10.000 años, los depositó hace poco el Río Paraná) se incrementa la cantidad de carbono, el PH no se modifica, la estabilidad de los agregados del suelo también mejoraron. Observamos una tendencia incremental en la captura de carbono y el año que viene seguiremos monitoreando”.
Además, se registraron importantes incrementos en el contenido de fósforo asimilable, que prácticamente se duplicó comparado a los potreros bajo manejo tradicional. Esto se debe, según explicó Kurtz, a que “en el manejo holístico el animal bostea de una manera más uniforme. En el pastoreo continuo los animales bostean más donde toma agua, entonces se ven manchones y no una distribución pareja".
Más fósoforo y menos metano
En cambio en la nueva modalidad, "el animal está condicionado a comer más rápido en una superficie más chica y en definitiva la distribución de la bosta es más homogénea en cada parcela. Esto es muy importante en esta región porque los suelos son muy deficientes en fósforo y vimos que al mejorar la distribución de la bosta, este nutriente se duplicó en los potreros donde se está usando este sistema”.
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Fuente: Mauricio Bártoli - Clarin.com
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Publicado: Viernes, 22 Octubre 2021 20:24
Nueva York enfrenta un nuevo problema con las ratas. Si bien no hay datos certeros, se estima que dos millones de estos roedores habitan en la Gran Manzana. El problema principal de la “convivencia” son las enfermedades que pueden transmitirles a los humanos. En estos días, las autoridades sanitarias de esa ciudad están preocupadas por un nuevo brote de leptospirosis, una enfermedad bacteriana que se transmite por la orina de animales infectados, puede causar daños serios en el hígado y el riñón, y que, en los casos más graves, puede provocar la muerte.
Según medios internacionales, hasta el momento se ha registrado un fallecimiento como consecuencia de la enfermedad y al menos 15 casos de contagio, un 25% del total contabilizado en la última década y media. En total, entre 2006 y 2020, se habían notificado apenas 57 casos en NY.
Qué es la leptospirosis o enfermedad de Weil
De acuerdo con lo descripto por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la leptospirosis –conocida también como enfermedad de Weil (en los casos más graves)- “es una enfermedad zoonótica de potencial epidémico, principalmente después de fuertes lluvias. Ocurre en todo el mundo y está emergiendo como un problema de salud pública en países tropicales y subtropicales, afectando más a las poblaciones vulnerables”. Y, desde su página oficial, explica: “Los seres humanos adquieren la leptospirosis generalmente por contacto directo con la orina de animales infectados o con un ambiente contaminado por orina”.
En ese sentido, amplía: “La Leptospira interrogans es patogénica para los hombres y los animales, con más de 200 variantes serológicas o serovariedades. Una amplia variedad de especies animales, tanto silvestres como domésticas, puede servir como fuente de infección para el ser humano. Las especies que son consideradas las más importantes incluyen roedores silvestres y peridomésticos (ratas, ratones, roedores de campo, etcétera) y animales domésticos (vacas, cerdos, perros y caballos). La transmisión de persona a persona ocurre muy raramente”.
Con Bienestar habló al respecto con el infectólogo Antonio Montero (M.P. 8.249), que explicó: “La leptospirosis es una enfermedad endémica muy común en el mundo, presente en latitudes templadas y húmedas, muy común en la Argentina. Se la considera inerradicable ya que se transmite por múltiples vectores de la naturaleza. El agente que la produce es una bacteria. Puede transmitirse por mordedura de animales infectados a personas o, mucho más común, por suelos contaminados con orina infectada. Ingresa al organismo a través de la piel. Afecta principalmente el hígado y el riñón, pudiendo provocar una insuficiencia renal grave, llevando a la muerte. También afecta al corazón, pudiendo producir arritmias mortales. Como prevención, no hay que bañarse en cualquier parte como lagunas de campo, bañados, ya que son bebedores de roedores, donde también orinan. Casi todos los casos que he visto terminaron en terapia intensiva”.
Además, el especialista precisó que la enfermedad tiene dos fases: una infecciosa, que responde muy bien al tratamiento con penicilina (dura entre una y dos semanas) y una segunda fase que es tóxica y que está mediada por la respuesta inmune y donde la aplicación de antibióticos no sirve. “El diagnóstico y tratamiento precoz son fundamentales para superar esta enfermedad, que tiene formas leves y tratables y formas graves y potencialmente mortales”, concluyó.
Fuente: Tn.com.ar