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Interés general

Ardillas en la Ciudad, los roedores “simpáticos” que amenazan con convertirse en plaga

Todo empezó con diez ejemplares traídos al país en los 70. Pero se multiplicaron y hoy diezman cultivos de frutos, roen cables y provocan cortes de luz en Provincia y hasta llegaron a Capital.

Escobar, Pilar, Berazategui, Moreno, San Miguel y Merlo; Arrecifes, Capitán Sarmiento, Pergamino, San Antonio de Areco; San Pedro, Salto, Luján y Lobos; 25 de Mayo, Tres Arroyos y Daireaux. ¿Qué tienen en común todas estas localidades, pueblos y ciudades? En todos se ha detectado una especie exótica invasora (EEI) y "carismática", que preocupa a las autoridades y a los especialistas en protección ambiental: la ardilla de vientre rojo, originaria de Asia.

Un trabajo de investigación realizado por las universidades de Luján y de Buenos Aires las ubica además en Capital Federal. Este dato fue confirmado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación.

Por supuesto, las ardillas se esparcieron por acción humana. También fueron detectadas en las provincias de Córdoba, Santa Fe y Mendoza. En esta última, las autoridades están en alerta porque fueron vistas en zonas en donde hay cultivos de vid y frutas secas.

¿Por qué preocupa el crecimiento de la población de estas ardillas? Entre otras cosas, porque es un roedor. Como la rata, transmite la leptospirosis al ser humano, una enfermedad que puede tornarse grave y afectar el funcionamiento de los riñones y el hígado.

Por otra parte, las especies exóticas son preocupantes en términos de conservación, básicamente porque amenazan la biodiversidad local. En el caso de las ardillas, roen la corteza de los árboles y dañan la cantidad y la calidad de los frutos, lo que impacta en las actividades productivas. También roen las mangueras plásticas de los sistemas de riego y los tendidos de electricidad.

Como detalla el Ministerio de Ambiente de la Nación en un informe, estas ardillas de vientre rojo comen semillas y frutos de consumo humano: desde nueces hasta cítricos y duraznos, higos, kiwis, manzanas y peras. Esto les permitió adaptarse. También pueden comer huevos de aves. Y no tienen predadores.

De diez ardillas a una multitud

Se estima que hay unas 200 especies de ardillas. Las que comenzaron a verse aquí (su nombre científico es callosciurus erythraeus) fueron introducidas en los 70.

Las trajo don Julio Steverlynck, un reconocido empresario textil de la zona de Jáuregui, según le confirmó a Clarín uno de sus descendientes.

Casi al final de su vida, don Julio buscó recrear en sus tierras imágenes de su Bélgica natal, con ardillas saltando de árbol en árbol. Pero no sabía que incluso en aquel país, estos roedores ya comenzaban a traer problemas.

Fueron diez ardillas las que llegaron aquí: cinco murieron en una jaula y el resto fueron liberadas. Este fue el puntapié inicial.

Para los vecinos de Jáuregui y de Luján, el apellido Steverlynck quedó además vinculado a las buenas acciones de don Julio: cuando aún no estaba legislado, pagaba vacaciones y aguinaldo a sus empleados y premios por producción.

Las ardillas llegaron a Buenos Aires

En territorio porteño, la ardilla de vientre rojo fue vista en al menos siete lugares. En algunos de ellos, un ejemplar; pero en otros se identificaron más, como en el predio de la ESMA.

Así lo confirma el trabajo "Invasiones biológicas: el arribo de la ardilla de vientre rojo a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires", publicado por las investigadoras Mariela Borgnia, Silvia de Bargas, Alejandra Valverde, Sofia Forte y Sacha Roldán a través del Instituto de Ecología y Desarrollo Sustentable de la Universidad Nacional de Luján (UNLu) y de las facultades de Agronomía y de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Para la investigación, realizaron entrevistas con los vecinos que dieron aviso de la presencia de estos roedores.

"Hay focos incipientes con posibilidad de crecimiento e impacto negativo en zonas arboladas de importancia para la Ciudad. Sólo el 12,5% de los 128 entrevistados para este trabajo demostraron conocer esta ardilla y los problemas que causan. El 53% estaría de acuerdo con realizar alguna medida de control, siempre que no involucre el sacrificio de los animales", explicaron las investigadoras.

Además, advirtieron la necesidad de visibilizar esta situación para que la gente avise a las autoridades, que comprenda que no pueden tenerlas como mascotas y tampoco trasladarlas.

Uno de los lugares donde las ardillas fueron vistas fue en el Jardín Botánico de Palermo. Desde la Secretaría de Ambiente porteña explicaron a este medio que se detectó un ejemplar, dieron el alerta, pero no volvieron a ver otro.

"Se trata de una especie exótica y el Jardín adhiere a los protocolos que indican dar aviso a las autoridades -dijeron en Ambiente-. En la Reserva Ecológica Costanera Sur no han sido identificadas y tampoco en el Ecoparque".

Además del Botánico y la ESMA, los otros cinco lugares en donde fueron divisadas en algún momento, aunque haya sido un solo ejemplar, son el Parque General Paz, en Saavedra; la plaza Martín Fierro, en San Cristóbal; Parque Avellaneda, en el barrio homónimo; en el predio de la Facultad de Agronomía (en inmediaciones del jardín botánico Lucien Hauman), y en Plaza San Martín, de Retiro.
La ardilla no es una mascota

"La noción de conservación cambió. Hoy sabemos que es necesario controlar esta especie que coloniza muy rápidamente los lugares en los que se afinca; se reproducen rápido y comen frutos de todo tipo", advierte Florencia Gómez, secretaria de Política Ambiental en Recursos Naturales del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

La funcionaria explica que es necesario reforzar la información entre los vecinos y vecinas. "Estas ardillas no son aptas como mascotas -subraya-. Algunas familias las tienen en sus casas y cuando muerden a alguien o evidentemente no se adaptan, las sueltan. Es así como luego aparecen por parques, plazas y barrios arbolados. También sabemos que fueron llevadas a campos, casas quintas y estancias porque se las considera lindas y pintorescas"

El 14 de abril pasado el Ministerio de Ambiente publicó en el Boletín Oficial de la Nación la Resolución 109/2021, que aprueba la gestión integral de las especies exóticas invasoras (EEI) y las especies exóticas potencialmente invasoras (EEPI) para promover acciones de contención, detección temprana, monitoreo, mitigación y control.

Esta resolución incluye en su enumeración a las ardillas de vientre rojo, que están consideradas una "especie exótica invasora carismática". Los especialistas entienden que su aspecto incide en la proliferación.

Como dice Florencia Gómez, no sucede lo mismo con el caracol gigante africano -puede medir hasta 20 cm- que se encuentra en Misiones y Corrientes. En general, a nadie le parece "simpático", así que quienes lo identifican informan a las autoridades, o incluso se animan a aplastarlos y enterrarlos.
Encuentros cercanos con las ardillas

Una vecina de Pilar cuenta cómo fue cambiando la presencia de las ardillas en el barrio: "Hace más de un año empezamos a verlas en los cables de luz y en la copa de los árboles más altos. Eran una curiosidad. Pero con el paso del tiempo, la situación cambió. Ahora las vemos en los arbustos y pasando de rama en rama casi al nivel de nuestras cabezas", le cuenta Isabella a Clarín.

Además, describe varios encuentros cercanos con estos animales. "Estando sentados en la galería de nuestra casa, una ardilla se acercó hasta la pileta a beber agua. Una vecina estaba trabajando en su casa, hablando por teléfono frente a una ventana, y vio pasar a una por el vano. Enloquecen a los perros, que pueden estar ladrando durante horas. Y otro vecino contó que observó a varias merodeando un cesto de basura", agregó Isabella.

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Fuente: Silvia Gómez - Clarin.com

Contratan pianista para tocar para los animales

Zoológico alemán donde los animales estaban entrando en depresión debido a que no había visitantes debido a Covid. Se contrató a un pianista para tocar música para los animales. Mira la reacción de los animales:

Ovinos: lana y carne con mucha historia y fuerte arraigo federal

A fines del siglo XIX eran la principal actividad agropecuaria argentina, hoy piden la renovación de una ley que les permite dar empleo en cada rincón del país.

Durante el siglo XIX, con el impulso fundamental de inmigrantes escoceses e irlandeses y la incorporación de genética británica, el rodeo ovino argentino experimentó un crecimiento explosivo pasando de 2 millones a 78 millones de cabezas, multiplicando a su vez los rendimientos de lana y de carne por animal, y para comienzos del siglo XX la producción ovina ya se había transformado en la principal actividad agropecuaria argentina, superando incluso a la ganadería bovina en volumen de exportaciones.

Desde aquellos tiempos de esplendor la situación cambió drásticamente por diversos motivos de origen local y global, el rodeo nacional cayó a 14 millones de cabezas en la actualidad, pero a su modo la actividad siguió evolucionando y logró consolidarse como una de las más federales del país. Hoy se calcula que hay aproximadamente 100.000 productores ovinos distribuidos a lo largo y ancho del territorio nacional, desde Tierra del Fuego hasta Jujuy, y en cada región la actividad tiene sus particularidades.

“En el NOA los ovinos están vinculados con las producciones familiares y artesanales, muy ligados con la producción de caprinos y camélidos. En el Litoral también la actividad tiene mucho arraigo, no hay campo que no tenga unas cuantas cabezas disfrutando pasturas nutritivas, al igual que en otras zonas con gran potencial como actividad complementaria, como Córdoba y el norte de Buenos Aires”, describe en diálogo con Clarín Rural Marcos Williams, productor ovino de la provincia de Santa Cruz, directivo de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) y coordinador de la Mesa Ovina Nacional, quien por estos días hace fuerza para que se actualice la Ley 25.422, mejor conocida como la Ley Ovina. Luego agrega: “La oveja genera trabajo, donde hay una oveja hay un ovejero, hay arraigo”.

Con él coincide Ana Borracchia, productora y veterinaria dedicada principalmente a los ovinos. Borracchia cría ovejas como actividad complementaria en la localidad de Exaltación de la Cruz, en el norte de Buenos Aires, y además es asesora de Cambio Rural de grupos ovinos. “La mayoría de las explotaciones son mixtas pero en casi todos el rodeo ovino está creciendo de forma constante. En Buenos Aires producimos en ambientes muy distintos a los de Patagonia, pero también hay dificultades. Se hace sobre pasturas y también sobre campo natural, para lo cual hay que recuperar campos que vienen de la agricultura”, explica, y describe a esta producción como una actividad “versátil”. “Hay productores que en 50 hectáreas aprovechan la superficie con ovinos de forma intensiva, también hay otros con 300 u 800 hectáreas. Por eso tiene mucha importancia el manejo. Con buenas pasturas, corrales de encierre, buenos eléctricos y personal se puede aumentar la carga. Si bien en la región apuntamos claramente a la carne, estamos buscándole a la lana una alternativa. Creamos el acopio virtual de zona norte y estamos logrando mejoras de calidad y de precios”, dice.

Las ovejas, un emblema patagónico
Más allá de su amplia penetración geográfica, los ovinos tienen en la Patagonia su gran bastión, allí constituyen la principal actividad agropecuaria. ”En muchas zonas de la Patagonia la ganadería ovina es la única opción, se hace lo que llamamos un monocultivo ovino”, explica Williams, y detalla que en Santa Cruz las explotaciones típicas rondan entre las 25.000 y 30.000 hectáreas y 4.000 cabezas.

Allí, por estos días está iniciando el ciclo productivo con la época de servicios. La tecnología de mejoramiento genético y reproducción está a la orden del día, se hace transferencia embrionaria, inseminación artificial… Corriedale y Merino, en sus distintos biotipos, son las principales razas, pero hay muchas otras que están creciendo por sus capacidades de adaptación a diversas condiciones climáticas y sus aptitudes para cada propósito, la producción de carne o de lana.

La gestación durará cinco meses. Entre agosto y septiembre se realizará la esquila preparto, que suele ser muy provechosa en rendimientos de lana (se obtienen entre 4,5 y 5 kilos por oveja) y además brinda mayor facilidad de parto. Las ovejas que no sean esquiladas en esa instancia recibirán una esquila posparto en diciembre o enero.

“En Argentina se producen actualmente 47.000 toneladas de lana sucia por año, y el 70 por ciento se exporta con valor agregado”, detalla Williams, y explica que el procesamiento de la lana consiste en su lavado, peinado y empacado en los llamados “tops”, algo que se realiza principalmente en el polo textil lanero de Trelew. La finura es lo que determina el valor. Los precios internacionales los fija el mercado australiano y son muy volátiles. Hoy se pagan 3,5 dólares por kilo de lana fina -que representa aproximadamente el 60 por ciento de la producción argentina- y entre 1,5 y 2 dólares por kilo de lana media.

En febrero, cuando los corderos nuevos ya ronden los 90 días de vida, se hará la “señalada”, que consiste en elegir a los corderos que irán a faena, seleccionar hembras para reposición de vientres y decidir si se deja una parte en recría para luego vender como borregos. Lo habitual es mandar a faena corderos de 20 kilos que rinden entre 9 y 11 kilos al gancho. El cordero patagónico tiene su nombre bien ganado en el mundo. La Patagonia cuenta con un polo carnicero ovino en Río Gallegos, donde están los cuatro principales frigoríficos de exportación.

Cada oveja tiene aproximadamente cinco pariciones en su vida y el principal alimento, tal como sucedía en el siglo XIX, son las pasturas naturales. Pero ahora se impulsa cada vez más la complementación con alimentos balanceados, sobre todo en la última parte de la gestación, para cuidar la condición corporal de las madres y los corderos en el momento más áspero del año. Es solo una parte del mejoramiento tecnológico que hace posible la existencia de la Ley Ovina, cuya continuidad está en riesgo.

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Fuente: Lucas Villamil  - Clarín.com

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Curiosidades

Los 10 principales avances médicos de la Edad Media

Todavía la percepción que el ciudadano medio tiene sobre la Edad Media es la de que fueron tiempos oscuros, con multitud de calamidades, poblaciones analfabetas y un retroceso sustancial en cuanto a los avances médicos que la Antigüedad había aportado. Todo ello no son más que apriorismos que colocan en un puesto de inferioridad a los tiempos medievales respecto a otros momentos de la Historia. Sin embargo, un análisis detallado nos revela que en el Medievo surgieron muchos de los logros de la Medicina que todavía hoy están vigentes. Aquí están los 10 principales avances médicos de la Edad Media.

1. Hospitales
En el siglo IV de nuestra era el concepto de hospital, es decir, un lugar donde los pacientes podrían ser tratados por los médicos con equipamiento especializado, estaba en su embrión en algunos lugares del Imperio Romano.

Más tarde, en Occidente, los monasterios fueron los centros donde surgieron los primeros hospitales para dar servicio a los viajeros, transeúntes y pobres. Mientras, en Oriente, en el mundo árabe, los hospitales surgieron en el siglo VIII.

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