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Los probióticos, los prebióticos y otras alternativas se utilizan en la producción avícola para mejorar la absorción de nutrientes de los animales.

Entre 2019 y 2020, Argentina dejó de utilizar definitivamente los llamados antibióticos promotores de crecimiento (APC), aquellos medicamentos que en forma preventiva se incluían como parte de los alimentos balanceados de la producción avícola.

Así se cumplió con la resolución 529/2015 del Senasa que, en línea con un acuerdo de aquel año, firmado por los ministerios de Agricultura y Salud, prohibía el uso de esos productos para la alimentación de toda la producción animal. Esta medida sigue disposiciones similares que comenzaron a regir en algunos países de Europa a fines del siglo pasado, y que la Unión Europea puso definitivamente en vigencia para sus naciones miembro en 2006.

El motivo del no uso de antibióticos en forma preventiva en la producción animal (sí está permitido hacerlo de manera terapéutica en animales enfermos) tiene directa relación con la resistencia bacteriana que su mal uso produjo en las últimas décadas, tanto en animales como en seres humanos, y que preocupa a médicos veterinarios y humanos.

Argentina tiene hoy toda su producción de pollos para consumo y exportación libre de APC. En su reemplazo existen varias alternativas en las que se trabaja en el país, tanto desde el ámbito privado como público.

El MV Dr. Bernardo Iglesias, especialista en Nutrición Avícola del INTA Pergamino, institución que desde 2006 realiza ensayos con distintos modelos de evaluación de alternativas a los APC, explicó que para ello se utilizan distintos productos como probióticos, prebióticos, aceites esenciales, acidificantes, extractos vegetales y la farmacopea ancestral de los que surgen los extractos vegetales fitogénicos o fitobióticos.

Probióticos y prebióticos
“Los probióticos son bacterias que se adicionan al alimento o al agua de bebida, seleccionadas del tracto digestivo de animales sanos, que generan la inhibición competitiva, es decir que compiten con bacterias posiblemente patógenas o generadoras de disbacteriosis o alteraciones bacterianas en el aparato digestivo de las aves”, precisó Iglesias.

Entre ellas están los lactobacilos, enterococos y algunas levaduras (hongos unicelulares) que compiten con las bacterias patógenas por nutrientes y por el espacio en el tracto digestivo de los pollos. De esa forma, limitan el accionar de las bacterias patógenas. Que eso suceda depende de qué bacteria llegue primero al tracto digestivo.

“Por eso los pollitos bebés, a poco de nacer, reciben estos probióticos en altas dosis, para que su intestino sea colonizado por estas bacterias benéficas, adelantándose a las patógenas. En el intestino conviven ambos tipos de bacterias. La clave es mantener el equilibrio entre ellas, para que las patógenas no se desarrollen y dominen a las benéficas”.

En tanto, los prebióticos son fibras indigestibles para el animal, pero que son el sustrato nutricional o alimento para las bacterias benéficas que colonizan el intestino de las aves. Entre estos productos pueden mencionarse los mananooligosacáridos (MOOS) y los frutopoigosacáridos (FOOS). Un ejemplo de estas sustancias es la inulina, extraída de la raíz de la achicoria.

Otras alternativas a los APC son los ácidos orgánicos, como el butirato protegido, que buscan controlar el pH en dos puntos críticos del tracto digestivo del pollo: el buche y el intestino. Mantienen el pH bajo (ácido) lo que permite controlar el desarrollo bacteriano, ya que las bacterias patógenas se desarrollan con pH neutro (7) y las benéficas crecen mejor con pH más cercanos a 6.

Otras herramientas son los fitobióticos, muchos de ellos extraídos del reino vegetal, con diferentes modos de acción, y las enzimas. Estas últimas se dividen en dos grupos. Las que ayudan al animal a digerir mejor el alimento, no dejándoles restos a las bacterias patógenas del tracto digestivo. Y otras que atacan los detritus producidos por la multiplicación de las bacterias, lo que genera malestar al intestino.

“Así se reduce el grado de inflamación intestinal del intestino. Se trata de tecnologías más modernas. Así se logra que los animales tengan un intestino más saludable capaz de absorber mejor los nutrientes de los alimentos”, destaca Iglesias.

El pollo y su ambiente
No obstante, el especialista aclara que “ningún producto prebiótico o probiótico previene la aparición de enfermedades en los pollos. También influyen las condiciones de bienestar animal, de manejo de los animales, del ambiente y la baja densidad en los galpones, lo que lleva al animal a desarrollar su máximo potencial genético”.

Al respecto precisó que “en el INTA Pergamino trabajamos en ensayos con alta humedad, cama reutilizada y alta densidad. Generamos una condición de estrés moderado para que si se les da un APC el pollo demuestre que puede crecer más.

En paralelo se crían varios grupos de animales asociando distintos tipos de productos. Se usan probióticos, prebióticos, mezclas de ambos, y mezclas de probióticos y prebióticos con ácidos orgánicos.

“Se prueban distintas alternativas para lograr el mejor desempeño animal, para que obtenga mayor peso, mejor conversión alimenticia y llegue en menor tiempo a la faena. Miramos también qué pasa en el intestino: se estudian la histomorfometría e histopatología intestinal”. La primera mide las vellosidades y profundidad de las criptas del intestino. La segunda hace un paneo general del intestino para dimensionar el grado de inflamación e integridad intestinal.

Iglesias agrega que “los APC eran efectivos y muy económicos, mientras que los probióticos y prebióticos, cada uno por separado, no alcanzan a asemejarse a ellos. Por eso surge la combinación de productos alternativos que, además de ser más costosos, deben indefectiblemente sumarse a un buen manejo, a no sobrepoblar los galpones, bajando la densidad de animales. Esta es una de las prácticas de mejor efecto para mantener un buen estado de salud de los animales, lo cual impacta en mayores costos fijos de producción”.

“Nos queda mucho camino por recorrer en el manejo del medio ambiente del pollo (calidad de aire, de cama y de agua, y densidad animal) -sostiene Iglesias-. Hay muchas alternativas para mejorar la calidad del aire y de la cama para que tolere más carga animal, como agregar aditivos en los alimentos y en la cama, que secuestren el amoníaco del aire (proveniente del guano de las aves), que es irritante”, que mayormente no se utilizan por razones de costo y practicidad.

El INTA Pergamino tuvo la iniciativa de crear el modelo de evaluación con distintos tipos de alimentación. Existen muchas alternativas al uso de antibióticos para producir pollos. Con ese modelo, las empresas piden probar los productos que tienen disponibles en el mercado. “Las acompañamos en el desarrollo de moléculas de desempeño diferente. Especialmente a las más chicas, que solo tienen pruebas de laboratorio, las ayudamos a hacer las experiencias con animales, en nuestras instalaciones apoyando su tarea de investigación y desarrollo”, concluye Iglesias.

Fuente: Gastón Guido - Clarín.com

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1. Hospitales
En el siglo IV de nuestra era el concepto de hospital, es decir, un lugar donde los pacientes podrían ser tratados por los médicos con equipamiento especializado, estaba en su embrión en algunos lugares del Imperio Romano.

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