El suicidio en la profesión veterinaria es un problema multifactorial, y debe ser abordado en su conjunto, recomiendan los expertos
Diferentes asociaciones de veterinarios han celebrado recientemente una mesa redonda de prevención del suicidio en la profesión veterinaria, con el fin de abordar “la proliferación contínua de información errónea y el daño que causa, y para infundir esperanza de que las cosas pueden mejorar”, ha explicado Jen Brandt, directora de iniciativas de bienestar, diversidad e inclusión de la Asociación Estadounidense de Veterinaria.
La evidencia indica que abordar el estigma que limita la búsqueda de ayuda y eliminar las barreras para acceder al tratamiento de salud mental “son formas clave de ayudar a quienes están considerando el suicidio”.
Una de las participantes, Christine Yu Moutier, médica y directora de la Fundación Americana para la Prevención del Suicidio, declaró que “cuando escucho cosas como que los médicos o veterinarios tienen la tasa más alta de suicidio en el mundo, sé que no son declaraciones verdaderas. Es cierto que tenemos tasas más altas que la población en general, pero hay muchas industrias cuyas tasas son más altas".
Según explicó Moutier, las industrias con las tasas más altas de suicidio en 2016 en los Estados Unidos fueron la industria combinada de agricultura, silvicultura, pesca y caza, con una tasa de 36,1 por 100.000 para hombres, y la construcción, con una tasa de 45,3 por 100.000 para los hombres y 9,4 por 100.000 para las mujeres. Las profesiones sanitarias, incluida la medicina veterinaria, ocuparon el puesto 15 en esa lista.
La experta asegura que el comportamiento suicida nunca es un fenómeno de una sola causa, y que “cada industria con la que trabaja su organización tiene sus propios factores culturales, y la ocupación es solo una capa potencial de influencia en términos de actitudes y comportamiento en el manejo de la salud mental. Muchos otros factores también influyen, incluidos los antecedentes familiares de suicidio, los genes y los traumas previos o las experiencias adversas de la infancia, que son en gran medida invisibles para los demás”.
En definitiva, “las decisiones de suicidio vienen dadas por multitud de factores invisibles para el entorno de la persona, y esas decisiones las toma un cerebro que, en ese momento, se encuentra profundamente angustiado”.
MITOS Y CONCEPTOS ERRÓNEOS
Aunque con frecuencia existen especulaciones incorrectas acerca de que el suicidio tiene una causa concreta, como una mala reseña en las plataformas digitales o un encuentro violento con un cliente, los participantes del foro se mostraron de acuerdo con que el factor de riesgo más común para el suicidio son las condiciones de salud mental no tratadas o el estrés.
Algunos de los rasgos de personalidad de los profesionales de la salud pueden convertirse en fuentes de estrés, como la necesidad de controlar la situación con la que estén lidiando, un sentido exagerado de responsabilidad, o la dificultad para tomarse un tiempo para uno mismo o pedir ayuda.
Según un estudio de bienestar veterinario realizado por Merck Animal Health en 2020, el 57 % de los veterinarios encuestados estuvieron concienciados con la problemática de la salud mental de las personas, en comparación con el 24 % del estudio de 2018. Sin embargo, en el estudio de 2020, el 52 % de los veterinarios que necesitaron tratamiento o terapia de salud mental en los últimos 12 meses dijeron que no lo recibieron.
“Existe un estigma a nivel cultural y luego un estigma entre los que sufren. Tienes que recordar que, si estás enfermo, si no te sientes como tú mismo, te sientes asustado y vulnerable, tu cerebro te puede jugar una mala pasada, y ese dialogo interno es algo que tenemos que esforzarnos por superar”, fue alguna de las recomendaciones de los expertos.
Por otra parte, existe el error común de que, si alguien ha sido diagnosticado con depresión clínica, trastorno de estrés postraumático o algún otro problema de salud mental, su trabajo debe verse afectado. “La gran mayoría de personas que sufran una condición de salud mental deteriorada y la aborden de manera más proactiva, probablemente nunca lleguen a tener repercusiones en el trabajo”, indica Yu Moutier.
Por su parte, Lizzie Lockett, directora ejecutiva del Royal College of Veterinary Surgeons en el Reino Unido, comenta que “existe un vínculo entre la salud física y mental, y es interesante lo fácil que es hablar de salud física y no de salud mental. Siempre nos aseguramos de que los animales tengan una buena salud física y se comporten de manera natural para ellos, pero eso no siempre sucede con los veterinarios”.
PREVENCIÓN DEL SUICIDIO
Las prácticas para promover el bienestar y la resiliencia “deben cultivarse en todas las etapas de una carrera, desde el estudiante hasta el jubilado”.
“Una cultura profesional saludable conducirá a una mejor atención médica para todos. Se trata de tener un entorno que se sienta seguro, y que continuamente le recuerda a las personas que somos más fuertes juntos y que podemos conectarnos entre nosotros y que la salud mental es real y que el apoyo y los recursos están disponibles”, manifestaron los expertos.
En este sentido, proponen como primer paso reconocer el riesgo para que se puedan tomar medidas, “por lo que es importante acercarse a otras personas cuando muestran signos de riesgo”. Un mito común es que preguntar por el estado de salud mental a alguien que esté pensando en suicidarse lo conduce a ello, “pero usted no hará que alguien se suicide preguntándole al respecto”, matizan.
No obstante, hay formas de manejar la conversación correctamente para que la persona se sienta comprendida. Los especialistas recomiendan hacer preguntas abiertas y permitir que la persona hable. “Si la persona tiene un tono que parece desesperado, puedes preguntar si ha tenido pensamientos sobre terminar con su vida, o puedes llamar algún experto para buscar ayuda para la persona”.
El lenguaje que se usa cuando se habla de suicidio es importante para prevenir esta práctica. Los mensajes públicos sobre el suicidio pueden afectar a quienes están en duelo, a quienes han vivido experiencias, y a quienes son vulnerables.
En resumen, concluyeron que “sabemos que el suicidio se puede prevenir y los recursos basados en la evidencia brindan una guía vital sobre cómo podemos ayudar a la profesión, minimizando el riesgo de contagio del suicidio y maximizando nuestro impacto colectivo".
Fuente: DiarioVeterinario.com