Un estudio ha revisado brechas de evidencia y diversidad entre posibles soluciones beneficiosas para la conservación y el control de enfermedades infecciosas humanas.
En un esfuerzo a gran escala para reducir las enfermedades infecciosas humanas y conservar la vida humana y animal, los investigadores han recopilado y revisado la evidencia de 46 soluciones que apuntan a promover los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Estas soluciones cubren una amplia franja de terreno ideológico y geográfico, desde el acceso a la atención médica en Borneo hasta la restauración de bosques en Madagascar y el control de pitones en los Everglades de Florida.
En el documento publicado en The Lancet, el equipo de investigadores de múltiples instituciones, cuya experiencia abarca desde salud pública, ecología y conservación, veterinaria y otros campos, hizo una revisión de la literatura sobre intervenciones que reducen las enfermedades infecciosas humanas mientras avanzan en los objetivos de conservación. Esto resultó en 46 intervenciones propuestas, cuya factibilidad luego evaluaron en base a la evidencia disponible. Los autores encontraron que aproximadamente un tercio de ellos son seguros y factibles de implementarse ya. Otros eran prometedores pero necesitaban más datos.
“Consideramos cuándo y dónde funcionó la intervención, si tuvo algún cobeneficio o impacto colateral y cuánta evidencia había de un éxito previo”, explican. Cada intervención varía en escala, costes e impactos. Luego, los autores crearon una base de datos online, dividieron las soluciones en categorías y describieron el nivel de evidencia para cada una.
Las 46 posibles soluciones abordaron diversas amenazas, cubriendo colectivamente todos los continentes (excepto la Antártida), la mayoría de los principales grupos de patógenos (excepto los hongos) y la mayoría de las clases de amenazas para la conservación definidas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
También cubrieron numerosos tipos y objetivos de intervención, que van desde la vacunación de murciélagos vampiros contra la rabia en Perú, al establecimiento de programas de recolección sostenible de especies de plantas medicinales en Tanzania.
La mayoría de las soluciones abordaron patógenos con transmisión mediada por el medio ambiente, como enfermedades transmitidas por vectores y enfermedades zoonóticas transmitidas de animales a personas. Por ejemplo, la OMS y otras organizaciones internacionales apoyan la expansión de la capacitación para el manejo integrado de plagas y vectores a nivel mundial, porque estas técnicas de manejo podrían reducir el uso total de plaguicidas y controlar las plagas de cultivos y los vectores de enfermedades, como los mosquitos.
Todas las soluciones emplearon un enfoque de One Health, en la que la salud y el bienestar de los animales, las personas y el planeta están vinculados. Una de esas soluciones es restaurar las poblaciones de buitres en Asia para controlar la rabia humana. Los buitres se alimentan de cadáveres de ganado que fueron previamente tratados con el medicamento veterinario diclofenaco, tóxico para los buitres pero no para los perros criados en libertad que son portadores de la rabia. Al cambiar de diclofenaco a un medicamento veterinario apto para buitres como el meloxicam, las poblaciones de buitres pueden recuperarse, lo que ayuda a reducir las poblaciones de perros en libertad y, por lo tanto, la exposición a la rabia humana, aseguran.
Cambiar estos medicamentos no es un concepto totalmente nuevo. El diclofenaco ya ha sido prohibido en varios países, incluida la India.
Existen soluciones similares que la gente común también puede implementar, tan simples como vacunar a su perro contra la rabia. “Esto reduce los riesgos de rabia humana y protege la vida silvestre”, recuerdan.
El estudio aprovecha los diversos antecedentes de sus muchos autores. Estas 46 intervenciones propuestas están dirigidas a profesionales y formuladores de políticas. “Sin embargo, qué soluciones serán mejores para ellos depende de los problemas que estén tratando de resolver, sus presupuestos y qué tan dispuestos están a aceptar el riesgo de que la intervención no funcione o tenga impactos colaterales”.
[ Click aquí o sobre la imagen para ampliar ]
Fuente: DiarioVeterinario.com