A los 86 años,la legendaria Jane Goodall está más activa que nunca. Concede entrevistas, escribe columnas de divulgación científica, presiona a los líderes globales y moviliza a personas alrededor del mundo. ¿Por qué? Porque vamos a destruir el planeta, dice, y nos queda poco tiempo para revertirlo.
"No podemos seguir así, ¿verdad?", plantea a LA NACION desde su casa familiar en la campiña de Inglaterra. "A medida que salgamos de esta pandemia, tenemos que encontrar una nueva economía verde que no solo dependa del desarrollo económico. De hecho, no podemos tener un desarrollo económico global ilimitado en un planeta con recursos naturales finitos y una población en constante crecimiento".
Goodall no le teme a la muerte en la recta final de su vida. "Cuando muera, acaso no haya nada. En ese caso, no tendré que preocuparme más", dice, entre risas. "Pero si hay algo -y es lo que creo debido a varias cosas que me han sucedido-, entonces qué emocionante será descubrir qué hay más allá de esta vida".
Octava persona -y primera mujer- en obtener un doctorado en la Universidad de Cambridge sin un título de grado previo, Goodall confía en que la humanidad se encuentra a tiempo de revertir su debacle. Pero eso, afirma, dependerá de cada uno de nosotros, incluso en estos tiempos de coronavirus. Y, en particular, de los jóvenes. Confía en ellos. "Parecen estar -dice- a la altura del desafío".
-¿Qué es lo que más le preocupa de esta pandemia?
-Mi mayor temor es que sigamos adelante como si nada, que continuemos con esta codiciosa destrucción de los recursos naturales del planeta. En ciertos lugares estamos consumiendo esos recursos más rápido de lo que la naturaleza puede reponerlos, mientras aumenta la población humana y mientras todos aspiran al mismo estilo de vida insostenible que existe en el mundo desarrollado. Ahora somos 7200 millones de personas, se estima que para 2050 seremos 9700 millones y no sé qué va a pasar si seguimos como hasta ahora. Tenemos que aliviar la pobreza, tenemos que reducir el estilo de vida insostenible del resto y tenemos que pensar cómo será el crecimiento de la población durante las próximas décadas.
-En ese sentido, usted les planteó a los líderes de la Unión Europea en junio pasado que si no hacemos las cosas de otra manera, será nuestro fin...
-Sí, creo que será así. No de inmediato, no sucederá como el Big Bang o como si fuéramos golpeados por algún objeto extraterrestre. Pero ocurrirá, lentamente. Destruiremos el planeta. ¡Mire lo que está pasando ahora! ¡Mire los terribles incendios que asolan partes de Estados Unidos o los incendios del año pasado en Australia! Mire también los incendios en el Amazonas, los que han devastado Grecia y los incendios que por primera vez aparecieron en el Círculo Polar Ártico. ¡Mire cómo se derriten los casquetes polares! Mire el aumento del nivel del mar. Mire a la gente que ha tenido que dejar sus hogares por las largas sequías, por las inundaciones, por la destrucción de los huracanes que son cada vez más fuertes y abundantes. Y si miras a tu alrededor te das cuenta que también estamos viendo la extinción de miles de animales y plantas. No podemos seguir así, ¿verdad? A medida que salgamos de esta pandemia, tenemos que encontrar una nueva economía verde que no solo dependa del desarrollo económico. De hecho, no podemos tener un desarrollo económico global ilimitado en un planeta con recursos naturales finitos y una población en constante crecimiento.
-Alude a la "economía verde", algo sobre lo que también insistió en un artículo reciente para la revista Vogue. ¿De qué se trata?
-Bueno, mi trabajo no es el de un economista, pero está claro que tenemos que repensar la economía, que no debe depender solo del producto bruto interno de cada país. Tiene que centrarse en que las personas tengan una vida mejor, que la gente tenga suficiente, pero no demasiado. Es decir, tener lo suficiente para desarrollar una vida digna, para cuidar de sus familias, para materializar algunas de las cosas que quieren hacer. Pero la única excusa para vivir para el dinero es si lo usarás para hacer del mundo un lugar mejor, para ayudar a mitigar el cambio climático, por ejemplo, o para asistir a los refugiados, y todo ese tipo de objetivos.
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