Cómo son las visitas de mascotas a los hospitales.
Un proyecto innovador abre las puertas a los perros de los pacientes internados. La historia de Milagros y Alma.
“Cuando la vi me puse feliz, la extrañaba. Verla fue reconfortante”, cuenta Milagros De Rose, de 16 años, mientras recibe a su perra Alma en la habitación donde lleva un mes internada.
“La extraño mucho. Al principio yo había preguntado si existía la posibilidad de volver para casa a verla. Me dijeron que no, pero que podían venir los perros. Entonces hicimos eso”, completa.
Milagros es una de los cinco niños y adolescentes beneficiados hasta el momento por el “Proyecto 4 patas” lanzado en forma reciente por el sanatorio IADT. Una iniciativa innovadora que abre las puertas a los perros de los pacientes internados.
La chica atravesó una cirugía con una complicación que requirió nuevos procedimientos médicos y quedó internada por su cuadro de recuperación nutricional. Espera el alta con ansiedad, celular en mano y con el aburrimiento lógico de una adolescente.
“Alma tiene un año, es inquieta. Está todo el día de acá para allá. La rescatamos de un refugio, la fuimos a buscar. Cuando la adoptamos tenía un mes”, cuenta sentada en la cama del sanatorio.
Es como un "mamá-hija", dice cuando le preguntan sobre el vínculo entre ambas. Y detalla: “En casa terminamos de comer, nos vamos para la pieza y se duerme conmigo”.
¿Cómo se imagina el reencuentro en su casa de Villa Pueyrredón? "Igual que cuando vino: se va a poner como loca, va a saltar por todos lados. Y yo feliz", completa la paciente.
Historia de un proyecto
Si existe un doctor mascotero, ese es Diego Fernández Sasso, jefe de internación de pediatría del IADT. Se declara amante de los animales, te pregunta qué tipo de perro tenés, y reniega de usar la palabra “dueño” ya que le remite a los objetos.
Si bien él impulsó la idea del programa, asegura que “fue un trabajo en equipo” porque internamente hubo un contexto que lo permitió.
“Investigamos el tema, lo estudiamos, revisamos la bibliografía. Hablamos con nuestro equipo de infectólogos, con el equipo de control de infecciones, con el equipo de psicología. Todos estuvieron cien por cien de acuerdo”, asegura.
El proyecto es innovador -y posiblemente pionero- dentro del sistema de salud argentino. Ante la pregunta de si fueron los primeros en lanzar un programa de estas características, Sasso responde: “Que yo conozca, de esta manera, sí”.
“Fui hablando con distintos médicos referentes de otros lugares y, en Argentina, hasta ahora no encontré ninguno que ya lo hubiera hecho”, completa el pediatra.
Un detalle no menor: en la mayoría de los países donde esto se aplica, lo hacen con perros que pertenecen a la institución. Como si el animal fuera un miembro más del equipo.
“Eso no cumplía el requisito que nosotros queríamos. Nosotros queríamos replicar la vida familiar en la internación. Que los niños puedan tener, así cómo tienen a sus papás, abuelos y hermanos -cuando la internación lo permite- a sus mascotas”, dice Sasso.
Empezaron en noviembre del 2021. Hasta el momento hubo cinco chicos que se beneficiaron. La primera fue una niña que tenía un tumor en el sistema nervioso central. "Ver su carita de sonrisa pagó haber roto todas estas barreras", recuerda Sasso.
“Nos ha ido muy bien. Para nosotros fue revolucionario. Cuando ves la alegría que despierta al niño el reencuentro con su mascota es mágico”, remata el pediatra.
Visitas con protocolo
Pueden recibir a su mascota los chicos y adultos que pasan internados más de 48 horas. Las visitas son de hasta dos horas por la mañana y dos horas por la tarde, lejos de los momentos de las comidas.
Por ahora, los felinos no están invitados. “Empezamos con perros porque hay algunos reportes de alergia al pelo de gato. Además el gato es más independiente, no es que lo traés con correa”, compara Sasso.
Se puede llevar perros chicos y medianos. Los padres de los pacientes deben aceptar un consentimiento informado y estar atentos a lo que hace la mascota.
[ Leer nota completa aquí ] - Fuente: Vanesa López, Clarín.com