Con el frío, hay una nueva invasión y los vieron colmando piletas y entradas de casas. Algunos vecinos se quejan de que hacen sus necesidades en los jardines.
El 2021 dejó una de las grietas más insólitas de los últimos tiempos entre los vecinos de Nordelta. Los responsables de algunas semanas turbulentas para los residentes del reconocido country fueron los carpinchos que, de manera sorpresiva, no sólo inquietaron a los más desprevenidos, sino que también abrieron un debate en torno a cómo había que manejar la situación.
Ahora, la circulación de los animalitos que se instalaron durante la cuarentena en los diferentes barrios de la urbanización privada de Tigre vuelve a crecer considerablemente por las bajas temperaturas, explican los expertos.
"La situación es tremenda. Es una plaga y hay muchas crías. Algunos los aman, pero varios los odian porque hacen caca en los jardines, se comen el pasto y pelean con los perros. El otro día escuché a una vecina que contó que hasta le nadan en la pileta", cuenta Jimena -residente de la zona- a Clarín. "Estoy al tanto que les construyeron refugios con comida", agrega.
Por su parte, Anabella, otra vecina de la localidad, le resta importancia a la situación. "Es como si hubieran perritos. Los ves caminando por la calle en familia y además no se acercan, quieren estar solos". Sin embargo, advierte: "Escuché de algún caso en el que en casas con muelle tenían alguna trampa dañina, pero es algo muy supervisado".
En ese sentido, desde Gestión Ambiental de Tigre negaron a Clarín haber recibido denuncias por la utilización de trampas mortales, aunque sí están al tanto de que algunas propiedades cuentan con boyeros eléctricos: "Simplemente sirven para ahuyentarlos, reciben una pequeña descarga que no es letal. De todas maneras, notamos que hay una convivencia amena entre los vecinos y los carpinchos", resaltan desde la Dirección.
También se refirió al tema Manuel Jaramillo, director de la Fundación Vida Silvestre Argentina, y si bien no han tenido intervención en el caso (la autoridad de aplicación es la Dirección de Flora y Fauna de la Provincia de Buenos Aires, que lleva adelante un plan de manejo de la situación), están al tanto de las principales novedades en el asunto.
"Es una especie muy pacífica que se ha adaptado a convivir con los humanos. No hay cacería de ningún tipo -por lo que tienen un hábitat apropiado-, y además se autorregulan. Cuando llegan a determinada carga, se pelean ellos mismos por el espacio y disminuyen las densidades poblacionales. No puede haber sobreabundancia de carpinchos", explica Jaramillo.
En cuanto a los perros -una de las problemáticas que más preocupa a los vecinos-, el ingeniero Jaramillo señaló que los roedores no irán a atacarlos y siempre evitarán los enfrentamientos (por ejemplo, arrojándose al agua) y que tan solo en caso de no ser posible, atacarán con una mordida meramente defensiva.
"Sería deseable que las personas que viven en un espacio agreste lo hagan dispuestas a aceptar estas ventajas de la naturaleza, ya que estos animales no representan ninguna amenaza para las personas. Los carpinchos no se fueron a vivir con las personas, las personas se fueron a vivir con los carpinchos", reflexiona Jaramillo.
Finalmente, desde la Asociación de Vecinos de Nordelta (AVN), alertaron a los vecinos en razón de la "mayor circulación de los roedores a causa de las bajas temperaturas", por lo que recomendaron "mayores precauciones, especialmente a la hora de conducir en horarios nocturnos".
Tal como han informado en un comunicado a los vecinos, mientras que durante los meses de calor los carpinchos se mantienen dentro de los lagos o en su periferia, cuando bajan las temperaturas permanecen más tiempo fuera del agua con el fin de buscar refugios contra el frío, advirtiéndose -por ejemplo- una gran circulación por la Avenida Troncal, que une toda la ciudad.
Para controlar el movimiento de los animales, las autoridades intervinientes han construido varios espacios (buffers) que, además de servir como refugio para los carpinchos, tienen plantadas especies que les sirven de alimento (también están trabajando en la vegetación de toda la costa), y están distribuidos en Puerto Canoas -sobre el lago central-, Barrio Los Castores y Laguna de Salida Sur.
Fuente: Ignacio Rapari - Clarin.com