Con esfuerzo, sorteó todos los obstáculos para alcanzar sus metas y no para. En poco tiempo completará sus estudios terciarios y sueña con llevarle el diploma a su mamá.
Más tarde, viendo a su papá hacer las tareas de perito clasificador de granos, quiso ser ingeniera agrónoma pero “por cuestiones de la vida” no pudo hacerlo. Su primer trabajo como tambera le llegó sin buscarlo. Sus padres venían atravesando momentos económicos muy difíciles y ellano pudo terminar el colegio secundario ni concretar su deseo de seguir estudiando Agronomía. “Fue muy feo, entramos en la mala,no teníamos para comer, mis viejos tuvieron que desprenderse de lo único que tenían que era su casa propia, nos tuvimos que separar como familia”, repasa.
Había que trabajar yen 2003 resolvió tomar un empleo que ofrecían para hacer tareas generales en un campo de la localidad cordobesa de Villa María, sin imaginar que esa decisión sería determinante en su vida. Allí, al poco tiempo de llegar le ofrecieron ordeñar en la fosa, algo que jamás había hecho. Aprendió,se enamoró del oficio y desde entonces nunca más paró.Ahí tambiénconoció otro amor: Esteban, su marido, con quien un año después partieron a buscar nuevos horizontes.
“Nos fuimos a San Genaro y empezamos los dos como ordeñadores. Enseguida vino mi primera hija y después los otros tres”, relata Lidia. Ellos sonCamila, Victoria, Lucas y Gabriel, de 17, 15, 14 y 12 años. “Cuando tenés hijos chicos tenés la mitad de la cabeza en el trabajo y la otra mitad en la casa, tenés que dejarlos, pagarle a alguien para que los cuide, no era fácil”, dice. Más adelante, cuando ella y su marido arrancaron a trabajar como tamberos y los chicos ya habían crecido, todo se hizo más sencillo: “Se hicieron más independientes y eso me alivió, ahí me pude volcar un cien por ciento a mi trabajo. Es más, ellos hoy me ayudan un montón, siempre están colaborando”, valora.
El día a día
Tras pasar por varios campos, desde hace casi un año,Lidia, Esteban y su hija mayor trabajan en un tambo a 3 kilómetros de la ciudad santafesina de Esperanza, en el establecimiento Las Maríasde las hermanas María Inés y María Celina Hilgert donde hay 190 vacas en ordeñe en un sistema de 16 bajadas con espera.
Cada día, la tamberase levanta a la madrugada para el primer ordeñeque en invierno comienza entre las 4 y las 5 para finalizar cerca de las 7, mientras queel segundo se hace 12 horas más tarde. En verano, la tarea se adelanta para aprovechar las franjas horarias con costo reducido de energía eléctrica que se ofrece entre las 2 y las 6 de la mañana y de la tarde.
Fuente: Kitty Vaquero - Clarin.com